Argentina no tuvo una arranque a lo campeón. Es más, el campeón besó la lona en varias oportunidades. Fueron unos primeros veinte minutos de una Scaloneta totalmente desconocida, un equipo largo, que dejaba espacios entre líneas, que corría de atrás a los volantes y creativos de Ecuador. La Selección no era la Selección y el pronostico de Sánchez Bas («No es un equipo invencible») fantasmeó por Houston. Y como en otros momentos de la Copa América apareció el Dibu.
Después de la atajada del 23, De Paul pidió calma. El equipo pareció encontrar algo de paz, pero no mucho de fútbol. Dejó de padecer los ataques de Ecuador, pero se mostraba impreciso. Es verdad que el campo no ayudaba, pero también había otros matices. Salvo Alexis y un poco los dos centrales, la Scaloneta no encontraba el partido. Pero a medida que pasaron los minutos se fue agrandando, más allá de que las actuaciones individuales y colectivas, no eran del nivel esperado. Empezó a tener la pelota, empezó a participar un poco más Messi, pero la mayoría de las chances le quedaron a Enzo, que no tuvo un buen primer tiempo, desperdiciando tres chances de gol. Lo que la Selección no pudo resolver por abajo y con ese juego asociado tan característico, lo reemplazó con la pelota parada: pegada magistral de Leo, anticipó de Alexis y gol de Lisandro.
Tampoco jugó bien la Scaloneta en el segundo tiempo. No tuvo el control del partido, no pudo imponerse. Está claro que Ecuador iba a ser un rival muy duro, que sabe a lo que juega, que le encontró «las debilidades» que avisó el DT ecuatoriano. El penal pareció ser un punto de inflexión en lo anímico. Se ve que Dibu intimida y por eso Enner Valencia abrió demasiado el pie, para que la bola dé en el palo, para que explote el estadio nuevamente como si fuera un gol. Se gritó como un gol. Y después se ovacionó al mejor arquero del mundo. Más allá de los guiño del destino del PT y del ST, la Selección no encontró el juego asociado para poder tener la pelota, para defender lejos de su arquero.
Leo Messi hizo un gran esfuerzo para llegar al partido de los cuartos de final. Como siempre estuvo en cancha como cada vez que la Selección jugó un mata-mata desde el 2007. Pero no estaba óptimo desde lo físico y no pudo desplegar su talento, algo que el equipo padeció.
El tiempo se fue consumiendo y Argentina lo hizo pasar. Defendiéndose en un bloque bajo, con Messi aguantando hasta el final como único punta. No es que Ecuador lo mató a pelotazos, pero sí que controló el juego, que lo hizo transpirar más de la cuenta al campeón. Pero cuando parecía que el partido se moría con el 1-0, llegó el cabezazo Kevin Rodríguez, para empatar el juego. Ecuador no se conformó fue por más, con Argentina groggy, y lo tuvo para ganarlo en los 90, con el cabezazo de Jordy Caicedo, que no fue gol de milagro. La Selección terminó pidiendo la hora y por los penales, penales que como ante Países Bajos y con Francia terminaron en delirio, para que los jugadores terminen cantando, en una comunión con la gente, para pensar en Venezuela o Canadá.