Por Mahmoud Elalwani
Embajador del Estado de Palestina en Bolivia
Desde la segunda guerra mundial hasta hoy todas las guerras que han ocurrido en el mundo han acabado igual, muerte, destrucción, agotamiento de los recursos humanos y de los países, ha traído miseria a las clases pobres y ha duplicado la riqueza de los ricos que trafican con sangre, armas y seres humanos. Las guerras nunca han conseguido un solo logro para la humanidad, ni han contribuido al avance de la sociedad ni al desarrollo de la ciencia ni a la justa distribución de la riqueza de la Tierra entre los habitantes del planeta. Más bien, han conseguido logros ilusorios para líderes mediocres y miopes a través de la violencia y la muerte. Cada país y cada régimen que inició una guerra, o alimentó guerras y contribuyó a propagar las matanzas, la maldición de la guerra ha vuelto en su contra, destruyendo su país, su gobierno y las capacidades de su pueblo.
Todas las guerras y los horrores que están sucediendo hoy en el Oriente Medio se deben únicamente al incumplimiento de Netanyahu, junto con el rebaño extremista sionista, de los acuerdos de paz con los palestinos. El propio Netanyahu es la única causa del estallido de todas las batallas, guerras y levantamientos que han tenido lugar desde 1996 hasta hoy, él es el principal responsable de la muerte de aproximadamente 100.000 palestinos y libaneses y de aproximadamente 10.000 israelíes.
El reciente alto el fuego en Gaza ha demostrado que detener la guerra es fácil y sólo requiere un líder valiente y honesto. Las guerras precisan de un conjunto de personas con el entendimiento nublado por el fanatismo que buscan la ilusión de venganza sólo para imponer su razón. Sin embargo, como el comportamiento se rige por sus resultados y de lo que siembras, cosechas, todo lo que haces te será devuelto con el tiempo.
Por lo tanto, quien quiera tener éxito y lograr buenos resultados debe comportarse de manera bien controlada, gobernada por la lógica, la ley y la racionalidad, especialmente en asuntos serios relacionados con el gobierno del pueblo, la gestión de un estado y la determinación del destino y del futuro de una nación. Por el contrario, quien actúa de manera aleatoria, emocional e imprudente, sin lógica y sin seguir la ley, fracasará y perderá el control.
El “infierno” no es sólo una amenaza en el más allá, es una realidad que experimentan diariamente los palestinos bajo la ocupación israelí y el genocidio que les infringen.
En el Medio Oriente para poder implantar el asentamiento colonial israelí, millones de personas han de sufrir pobreza, hambre, formas de opresión, discriminación, guerras impuestas y genocidio para satisfacer los intereses de las empresas multinacionales y de sus gobiernos y para reforzar la autoridad de un solo hombre llamado Netanyahu. Hasta ahora ningún país posee la voluntad política ni moral para enfrentarse a la ocupación colonial israelí que se expande en toda la región con el apoyo de políticas internacionales injustas para implementar lo que llaman el Nuevo Medio Oriente.
Las potencias coloniales internacionales apoyan a los regímenes que participan en la perpetuación de la injusticia a través de diversas formas de dictaduras, colonialismo, guerras y ocupación. Los refugiados, desplazados y perseguidos de hoy siguen viviendo en duras condiciones sin esperanza de una solución rápida o de mejores condiciones y representan la conciencia internacional que por ahora no se manifiesta.
En Palestina, el “infierno terrenal” se realiza doblemente. La ocupación israelí profundiza el sufrimiento del pueblo palestino mediante sus políticas de ocupación de asentamientos, desplazamiento forzado, anexión, opresión y asesinatos diarios, asedio y guerra de exterminio y desarraigo. Los palestinos de Gaza viven un infierno en la tierra todos los días debido a los crímenes de guerra de la ocupación sin precedentes que ha hecho que su lugar sea inhabitable y los ha privado de las necesidades más básicas de la vida misma. Mientras los habitantes de los campos de Cisjordania sufren el desplazamiento forzado de más de sesenta mil personas despojadas de sus hogares, el resto del pueblo palestino en todos los rincones de su patria histórica sufre políticas de opresión, demolición y asesinato, así como de asentamientos, anexión, discriminación racial y demostración constante de la superioridad de los israelíes. Incluso los refugiados palestinos en la diáspora, que fueron desplazados por la fuerza desde la Nakbah de 1948, afrontan un destino no menos duro como resultado de la maldición del desplazamiento forzado.
Los palestinos, sufren el infierno de la hegemonía estadounidense y la brutalidad de la arrogancia sionista y racista, que no han dejado ninguna credibilidad ni lugar para el principio de la solución internacional de dos Estados, reemplazándolo por el proyecto del Gran Israel.
La Comunidad Internacional requiere enfrentar este infierno con honestidad, lealtad y una postura valiente, que se dedique el interés público y a la toma de decisiones honestas e inicie políticas que abarquen la justicia social, la democracia, la participación y la dignidad, conduciendo a la libertad y a la independencia nacional en lugar de explotar la religión o el conflicto de lemas y discursos entre la victoria y la derrota.
Hay que implementar las resoluciones de legitimidad internacional y del Consejo de Seguridad instando a la comunidad internacional y a los países interesados a poner fin a la agresión contra la Franja de Gaza, a retirar la ocupación de toda la Franja y a que el Estado de Palestina asuma sus plenas responsabilidades sobre todos los territorios ocupados del Estado de Palestina, detener la hambruna, permitir la entrada de ayuda humanitaria, permitir el retorno de los desplazados a sus zonas, reconstruir, levantar el asedio, apoyar las tareas de reconstrucción y la presencia de la UNRWA, rechazar los ataques a los campamentos en el norte de Cisjordania, los asentamientos, la anexión, el robo de tierras palestinas y los ataques a los lugares sagrados, especialmente la bendita Mezquita Al-Aqsa y la Iglesia del Santo Sepulcro, así como a dar seguimiento a la reconstrucción de Gaza rápidamente para mejorar las condiciones de sus habitantes.