Por Alex A. Chamán Portugal
El dominio del imperialismo estadounidense sobre el mundo no es una teoría de conspiración, sino una realidad histórica y concreta. Desde la Guerra Fría, a mediados del siglo XX, hasta la actualidad, su maquinaria de poder ha operado en la sombra y a plena luz del día, utilizando una efectiva combinación de inteligencia, «ayuda humanitaria» y diplomacia intervencionista. En el centro de esta estrategia se encuentran organizaciones siniestras como la CIA, la USAID y las Embajadas estadounidenses, que han jugado un papel clave en la injerencia y desestabilización de gobiernos democráticos, patriotas y progresistas que desafían su hegemonía.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA), desde su fundación en 1947, ha ejecutado perversas operaciones encubiertas en todo el mundo, especialmente en las naciones oprimidas. La CIA no solo ha operado en América Latina, sino también en Asia y África, siempre con el objetivo de asegurar que ningún país se salga de la opresión imperialista.
USAID, presentada como una agencia de desarrollo y de «ayuda humanitaria», ha servido para financiar oposiciones políticas reaccionarias, efectuar conspiraciones conservadoras y golpear gobiernos progresistas. Su «ayuda» y “colaboración” casi siempre está condicionada a la aceptación de políticas impopulares, antinacionales, neoliberales y proimperialistas.
Las embajadas estadounidenses no son simples representaciones diplomáticas, puesto que muchas veces han servido como bases de operación de injerencia y conspiración. La diplomacia estadounidense se caracteriza por “negociar” acuerdos comerciales y orquestar e imponer cambios de gobierno cuando sus mezquinos intereses están en riesgo.
El imperialismo estadounidense no podría operar sin aliados y vasallos dentro de los propios países, en realidad son sus cómplices y mercenarios a sueldo. Los poderes e instituciones de los Estados, incluyendo los medios de manipulación informativa y la iglesia, han sido cooptados para justificar intervenciones y todo tipo de atrocidades.
A pesar de la maquinaria de dominación capitalista e imperialista, la lucha y resistencia de los pueblos del mundo, sus consecuentes organizaciones y mejores hijos e hijas, persisten. Por ejemplo, durante el siglo XX y lo que va del siglo XXI la Revolución Cubana de 1959 demostró que es posible desafiar y derrotar al imperialismo, en Venezuela, la Revolución Bolivariana en marcha ha resistido casi mil inicuas sanciones y golpes. La historia nos enseña que, aunque el imperialismo yanqui es terrorista y genocida, no es invencible y puede ser derrotados como lo han hecho muchos ejemplares pueblos del mundo.
En consecuencia, corresponde desafiar la dominación capitalista e imperialista y marchar a la construcción de una sociedad superior sin explotación, ni opresión ni otras infames injusticias.